La mastitis es una enfermedad que suele alarmar a las mamitas primerizas. Alrededor del 10 % de mujeres que dan de lactar, la padecen. Pese a ello, esta infección se puede tratar a la perfección y no ser un inconveniente para alimentar a tu bebé. A continuación, te detallamos cómo prevenir y aliviar la mastitis en mujeres lactantes.
La mastitis es una infección mamaria que origina dolor en los senos, y que en ocasiones causa que los pezones se pongan duros. Esto ocurre por la obstrucción de los conductos de leche que impide el flujo del líquido con normalidad. En la mayoría de casos sucede durante las primeras semanas del proceso de lactancia que el bebé comienza a amamantar.
Cuando una mujer empieza a dar de amamantar, es normal que sienta un poco de dolor en los pechos, además de sensibilidad, sin embargo, hay ocasiones en que los dolores suelen ser más profundos. Por esa razón, es fundamental conocer cuáles son los síntomas de la mastitis.
El principal síntoma es el dolor y ardor de pechos al momento de la lactancia. Por lo general, suele afectar a un solo pecho y es muy difícil que ocurra en ambos. Asimismo, sentirás la hinchazón y enrojecimiento de las mamas. A ello se les suma la fiebre y escalofríos que se padece al ocurrir una infección.
Una de las principales causas de la mastitis es la obstrucción de la leche en los conductos del pecho. Al quedarse estancada, se genera una infección mamaria. Suele ocurrir por el mal agarre del bebé al seno, esto genera que no se vacíe la cantidad de leche necesaria y se acumule. También, puede ocurrir por la poca duración al momento de amamantar.
Algunas mamás, tienen ciertas heridas o pequeños raspones en la parte del pecho. Y son esas heridas las que se convierten en puntos de acceso para las bacterias. Esto ocasiona una infección en el seno, que se inflama al cerrarse los conductos de leche.
Si te preguntas cómo evitar la mastitis y así poder dar de lactar tranquilamente a tu bebé, es importante que conozcas estos consejos de lactancia para evitar su aparición.
También conocida como ingurgitación mamaria, es una inflamación que no permite la salida de la leche. Los senos se ponen duros y se sienten algo pesados. Por eso, se recomienda el uso de un buen sujetador de pecho, este debe ser ajustables al nuevo volumen y ser 100% de algodón, sin aros que causen molestias.
Otra de las opciones para tratar una mastitis no infecciosa, es colocar un paño caliente sobre las mamas por 10 min. Luego de ello, se aconseja realizar unos suaves masajes antes de que tu hijo empiece a amamantar. Como mencionamos antes, es importante que cambies de posición a tu bebé para que pueda vaciar cada seno.
Después de que el dolor haya disminuido, podemos optar por darnos un baño de agua fría y dejar que el chorro caiga directamente a los senos. De esa forma el dolor desaparecerá y te sentirás relajada. En caso no te parezca cómodo, puedes utilizar un pañito de algodón empapado con agua fría y acomodarlo en la zona adolorida por unos minutos.
También conocida como mastitis puerperal, es una infección que se genera en la mama. Esto se produce al quedarse la leche estancada en el seno y acumularse de bacterias (estreptococos y estafilococos) originadas por la madre. Estas suceden mediante las heridas o grietas en el pezón y también por derivar de la garganta del lactante.
Para tratar una mastitis infecciosa, se sugiere mantener una correcta higiene en el área afectada, para evitar el ingreso de alguna bacteria. Sin embargo, cuando ya ocurre una infección, lo recomendable es asistir a un médico especialista. Generalmente suelen recetar antibióticos y analgésicos para disminuir el malestar.
Muchas mamás se preguntan si se puede amamantar con mastitis, pues la respuesta es sí. En caso atravieses por una mastitis infecciosa, se aconseja primero seguir con el tratamiento que te sugiera el doctor, luego de ello, podrás dar de lactar de forma normal.
Si solo estás pasando por una mastitis no infecciosa, la succión del bebé te ayudará a reducir el dolor y la acumulación de leche. Si te genera mucho dolor, también puedes recurrir al uso de un extractor de leche. Luego de almacenarla puedes alimentar a tu pequeño mediante un biberón.
A continuación, te contamos algunos de los remedios caseros que son lo más utilizados por las mamitas. Estas sugerencias te ayudarán a calmar los dolores, pero recuerda que siempre es importante seguir con las indicaciones de un médico especialista. Ya sea por consulta en un centro de salud o mediante telemedicina.
Entre los principales remedios caseros para la mastitis tenemos el uso de paños calientes y fríos. Solo tienes que envolver una toalla de algodón sobre una bolsa caliente y aplicarlo por 15 minutos. Posteriormente debes humedecer un paño con agua fría y dejarlo por 5 min en la zona afectada. Puedes seguir ese procedimiento por 2 o 3 veces al día.
Otra alternativa, es el uso de col o repollo, para ello, tienes que sacar algunas hojas de col, dejarlas en la refrigeradora por un momento y luego sacarlas a enfriar por media hora. Para aplicarlo solo tienes que acostarte en un lugar cómodo y ponerlo sobre tu seno, puedes repetirlo por 2 a 3 veces al día.
Los paños humedecidos con vinagre de manzana ayudan a reducir las inflamaciones y los síntomas de infección que ocurre en la lactancia. Gracias a sus propiedades antibacterianas, puede acabar con el problema desde raíz. Solo tienes que combinar el vinagre con un poco de agua tibia y sumergir un paño, ponlo sobre tu pecho y aliviará el dolor.
El gel de aloe vera cuenta con propiedades que ayudan a reducir los malestares de la infección en las mamas, además detiene la producción de bacterias en los senos. Primero, aplica el gel extraído sobre el área infectada, déjalo hasta que seque y finalmente límpialo con un paño de agua tibia. Es muy importante lavar bien esa área antes de dar de lactar al bebé.
La mastitis solo afecta a la mamá y no al bebé, así que no tengas miedo al momento de alimentar a tu pequeño, recuerda que la leche materna es el mejor alimento para sus primeros meses de vida. Si tratas de forma adecuada la mastitis, no tienes de qué preocuparte. Solo sigue un buen hábito de higiene y aplica todas las recomendaciones para evitar una infección.
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