Como madre, me he preguntado si todo lo que hacemos en la etapa de embarazo influye en la felicidad de nuestros bebés. Yo había escuchado que nuestras acciones en este tiempo también pueden influir en la personalidad de nuestros pequeños conforme vayan creciendo. Sin embargo, no estaba segura del cómo puede suceder esto. Por ello, quise investigar un poco más del tema para luego no sentir que mi hijo no es feliz por algo que haya hecho mal.
Pienso que el conseguir que nuestros niños sean felices es una de las tareas más duras. En realidad, entiendo que no podamos definir la felicidad de nuestros bebés por completo. Pero, ahora sé que hay maneras de ayudar o potenciar el camino a ese fin. Dicen que tener a un hijo feliz debe ser un propósito esencial de los padres. No obstante, creo que esta es una tarea conjunta con la sociedad y también con los profesores a lo largo de su camino.
Quiero comenzar por contarles que según la psicóloga Silvia Álava, la felicidad se debe a factores genéticos en un 50 por ciento. Así como a la actividad emocional con un 40 %, y el 10 % restante se debe a las circunstancias vividas. Entonces, lo que puedo deducir de esto es que la felicidad de nuestros bebés y en general de todas las personas, puede ser aprendida. Algo que me dejó un poco más tranquila al respecto.
De igual manera, en la parte que dice que el 50% de la felicidad de nuestros bebés se debe a factores genéticos me dejo impresionada. Pues es un porcentaje muy alto para que dependa de tan solo una cosa que lo llevamos dentro de nosotras. De esto se los voy a ir explicando en los párrafos siguientes para que nos quede un poco más claro. Por otro lado, si queremos realmente tener a niños felices, creo que es importante primero a serlo nosotros mismo. Recordemos que somos su ejemplo y ellos son una burbuja de aprendizaje constante.
La ciencia dice que las emociones de la madre desempeñan un papel importante en el desarrollo de nuestros hijos. Es más, explican que la manera en que el bebé crece en el vientre marcará el resto de su vida. Por esto, es importante que cuidemos de nuestras emociones en esta etapa. Entiendo que tengamos el estrés del trabajo, las peleas de los hijos, preocupaciones económicas, entre otros, pero también debemos priorizar a la nueva vida que estamos llevando dentro.
El primero en descubrir la importancia de los sentimientos de la madre fue Sigmund Freud. Este famoso médico australiano dijo que las primeras etapas de la maternidad tenían efectos a largo plazo en la psicología de los niños. Un hecho que por supuesto, podría afectar a la felicidad de los bebés en toda su vida posterior. En consecuencia, dedujo que la educación emocional de nuestros pequeños no empezaba al nacer, sino desde el útero de la madre.
En una investigación realizada por el Imperial College de Londres, estudiaron a un total de 14.000 mujeres embarazadas. Durante su gestación, midieron el nivel de ansiedad y estrés de la madre para luego dedicarse a estudiar a los niños que nacieron. Como resultado, vieron que el 15% de los hijos de las mamás más estresadas y ansiosas tenían el doble de riesgo de padecer déficits de atención e hiperactividad. Además, estos niños eran más propensos a ser ansiosos y a tener problemas de conducta, cosa que afecta directamente a su felicidad de los bebés.
Algo que también aprendí en esta búsqueda de información, es que los bebés en el útero aún o tienen sentimiento como la tristeza, alegría, soledad o miedo. Puesto que, el feto no tiene una maduración neurológica para tener las emociones de un adulto. En realidad, esto lo tendrán luego de los tres meses de haber nacido. Sin embargo, lo que sí tienen son sensaciones. Por ello, la felicidad del bebé estará comprometida con el bienestar, el placer, la saciedad o alarma de la madre.
Lo bueno que puedo resaltar de esto es que podemos brindar educación emocional a los bebés desde el útero. Siendo esto algo muy positivo, ya que estas experiencias sensoriales son muy importantes para que sepan que el enfrentarse a la vida conlleva sentir alegría, tristeza y hasta rabia. Además, las emociones positivas de la madre generan una atenuación del sistema cardiovascular del bebé. Lo que los ayudará a reforzar su sistema inmune.
En cambio, las sensaciones negativas harán que segreguemos hormonas tóxicas. Lo que conllevará a que el corazón se nos acelere y nuestro sistema inmune se deprima. Haciendo que el bebé absorba esas emociones que lo conllevarán a delimitar su felicidad en un futuro. Igualmente, a las madres esto también les perjudicara. En realidad, hará más vulnerable nuestro sistema inmune y el de nuestros hijos.
Por estas razones es que creo que es esencial el establecer vínculos con el niño desde la concepción. Los gestos y acciones por parte de la madre son determinantes en la felicidad del bebé para su futuro. Con simples acciones como el tocarse la barriga o acariciarla, el feto recibe una experiencia positiva a nivel sensorial. Por esto, hace que se conecte con la madre produciendo hormonas que ayudan a crear un vínculo más fuerte entre ambos.
Si quieres ayudar a potenciar la felicidad en tus bebés, ya sabes de la importancia que tiene tu comportamiento desde el momento de la concepción. Por otro lado, si ya tienes a tu hijo contigo, también es importante que reforcemos algunas pautas para ayudarlos a potenciar su felicidad desde una etapa más temprana. Aquí te dejo ocho claves para ayudarlos en el proceso.
Definitivamente, enseñar a cómo lograr la felicidad a nuestros bebés es algo en lo que debemos trabajar muy duro como padres. Sin embargo, sabemos que no todo podrá ser perfecto, también habrá días malos y eso se lo tenemos que hacer saber de una manera que puedan entenderlo. Lo importante, es que cuidemos nuestras acciones desde que están en nuestro útero hasta después que hayan nacido. Solo así, podremos ayudarlos a alcanzar su propia felicidad.
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